dissabte, 24 de novembre del 2012

Un pequeño hueco que llenar

Yo pensaba que no quería ser madre. Durante años el papá y yo decíamos, bajo las miradas horrorizadas de los demás, que no sabíamos si seríamos padres algún día. Es una opción, totalmente comprensible. No hay obligación alguna de procrear, incluso creo que decidir no tenerlos es una clara muestra de respeto por la paternidad/maternidad. Pero esa no es la razón de mi escrito.

En realidad yo siempre quise ser madre, incluso cuando no lo sentía. Ahora me doy cuenta de la cantidad de detalles relacionados con ello que ha habido en mi vida, desde siempre.

Cuando hice visible ese deseo, todo en mi vida cambió. De repente cada decisión tomada iba encaminada a una futura maternidad. Todo se magnificó cuando me convertí en madre, cuando Júlia decidió ocupar mi vientre. Nada tenía sentido si no estaba relacionado con nuestra hija. Con su partida mi cabeza eligió como meta tener un hijo terrenal. Y eso no ha sido bueno para mí. 

Lo contaba en un escrito anterior. He estado tan pendiente de ser madre, que me he perdido todo lo bello de mi vida, la de ahora. Hace unos meses escribí en Disfrutar de la vida, ese nuevo planteamiento. Hoy, meses más tarde, creo que lo voy consiguiendo.

Creo que mi cuerpo quiere que haga un máster en falta de control. A mi ovario izquierdo le ha dado por ovular más tarde de lo habitual. No uno, ni dos días, sino 12. Con lo cual me paso casi dos semanas más de la cuenta esperando saber si estaré o no embarazada. Pero aprendo rápido y ya sé leer en mi cuerpo que no existe tal embarazo. El señor clearblue y semejantes no van a hacerse de oro conmigo...

Estoy aprendiendo a ser paciente. Por algunas historias médicas debo esperar un tiempo a intentarlo, pero no me preocupa, no hay prisa. Tengo claro que ya llegará el momento.

He conseguido ver que no soy yo quien decide cuando va a llegar, poco podemos hacer sus padres a parte de querernos. Además estoy descubriendo la parte mágica de todo esto; una especie de sorpresa, de juego, con nuestro futuro hij@: ¿cuándo decidirá llegar? Y tiene su gracia.

Me he dado cuenta de que un bebé merece llegar para compartir y disfrutar la felicidad de nuestro hogar. No podemos pretender que la traiga con su llegada. Seria demasiada presión, demasiado peso para el bebé y para nosotros como pareja, como familia.

También soy consciente de que a parte de cuidarme como haría por mí, por mi bienestar, poco puedo hacer para que ese bebé, cuando llegue, se quede con nosotros. Así que no vale la pena cargar la mochila con posibles "y si". No sé qué, ni cuando ni cómo ocurrirá. Ya torearemos ese toro cuando llegue.

Y por último, y en resumen, que debo aprender a vivir el momento. En realidad es un gran regalo para un nuevo hij@, disfrutar del aquí y el ahora, como se vive en la infancia.

A pesar de todo, la meta sigue siendo la maternidad (la terrenal), no puedo negarlo. No la pido ahora, ni mañana, ni en unos meses, ni en un año, ni dos... Yo voy haciendo mi camino disfrutando de lo que tengo, que es muchísimo. Pero quiero creer que un día alguien llegará a compartir nuestra vida. Mis hijas dejaron abierto ese huequecito en mí y me deseo llenarlo. Algún día, de alguna manera...

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