dijous, 29 de març del 2012

Esas pequeñas cosas

¡Cómo voy a olvidarlas! La vida, mi vida, está llena de pequeñas cosas que me recuerdan a ellas. No me refiero a las cosas materiales que pueda conservar, ni recuerdos de momentos concretos del embarazo, ni al hecho de que parece que ahora el mundo está lleno de embarazadas y de bebés. Son cosas más pequeñas, más sutiles:

Me levanto por la mañana, He dormido de un tirón. No he tenido que levantarme durante la noche para ir al baño como hacía antes.

Voy a vestirme. He tenido que sacar ropa que no me podía poner y guardar otra que, estando embarazada me gustaba cómo marcaba mi barriguita, pero ahora...

Desayuno. Había dejado el café, ahora ya puedo.

No hace falta pedir ayuda para hacer algunas cosas. Ahora puedo levantar peso.

Me meto en el coche y tengo que cambiar la posición del respaldo, ya no estoy cómoda tan atrás y el cinturón no molesta. ¿A quién le canto las canciones del CD?

La comida. Ya puedo comer gambas y pollo. No me apetece mucho comer, pero ya no me dan asco.

Ahora no siempre necesito siesta, antes era impensable no dormir a mediodía.

Nada huele tanto, ni tan mal o tan bien, como olía antes.

En el bar ya puedo volver a tomar cerveza, vino, colas... Y algún que otro cigarrito (en la terraza, claro)

He tenido que guardar algunos libros que ahora no tienen sentido y antes consultaba en todo momento.

Ya no acaricio mi barriga, aunque el reflejo de hacerlo aún me viene de vez en cuando.

Ya no le digo a mi pareja "tu hija tiene hambre" cuando llega la hora de cenar.

Vuelvo a dormir bocabajo. No necesito el cojín de lactancia para poder estar cómoda de lado.

Irán apareciendo más cositas, seguro. Con estos cambios en el día a día ¿cómo voy a olvidarlas? 

2 comentaris:

  1. uff!! mami, cómo me moviste el alma con ese listado... a excepción de manejar, tomar o fumar, creo que todo lo demás lo he vivido.

    Hay algo que he estado extrañando estos días. Cuando me acercaba al mesón de la cocina y no calculaba bien la distancia mi barriguita chocaba con él, me reía sola porque notaba cuánto había crecido. También en el escritorio cuando acercaba la silla...

    Esos recuerdos lejos de herirme me hacen brillar por dentro. Estoy tan orgullosa de haber querido tanto a Salomé...

    Besitos a las florecitas

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  2. Es cierto, Maira, son recuerdos que no hieren. Es extraño, porque producen una emoción bonita, agradable, de saber que mis hijas han existido y han estado presentes en mi vida de alguna manera y que siguen estando. Tú lo explicas muy bien: brillar por dentro.
    Un abrazo muy grande.
    Gracias por leerme.
    Un besito para Salomé

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