dilluns, 26 de març del 2012

Cuestión de suerte

No ha sido un paso atrás, pero la situación me ha hecho revivir momentos duros. Hoy he tenido que ir a justificar mi baja laboral a la mutua. Pasadas dos semanas, ¿por qué sigo sin trabajar? He intentado tomármelo con más o menos humor, pensando que era un trámite más que tenía que hacer y que, me atendieran cómo me atendieran, al final aprendería algo nuevo. Pero en el fondo me sentía como si fuera a mendigar unos días más.

¿Qué he aprendido? Pues que parece mentira que vivamos en la era de las nuevas tecnologías. He tenido que ir a explicarle a una mujer (médico), que no conocía de nada, lo que me ha pasado. La suerte que he tenido es que ha sido empática e incluso ha hecho algún comentario amable: "¡qué feo tener qué elegir!". Yo me pregunto: ¿Era necesario tener que ir personalmente a ver a esa buena mujer y explicarle lo ocurrido? ¿No podría mi médico de cabecera hacerle un informe que explicara mi situación y mandárselo vía correo electrónico, fax, whatsapp o lo-que-le-de-la-gana? ¿No es suficiente el dolor que nos causa la pérdida en sí, como para tener que ir explicándolo a personas extrañas? 

Esta es la parte en la que las familias nos encontramos abandonadas. Nos atienden durante el tiempo que permanecemos en el hospital, pero ¿qué pasa una vez salimos de allí? Nada. En el proceso más duro nadie nos ayuda.

Al final tengo que sentirme afortunada. Tengo un entorno familiar y de amistades que es el pilar de mi recuperación. He recibido apoyo y comprensión por parte de mi entorno laboral. He tenido la suerte de que mi médico de cabecera es una mujer sensible, que mira más allá de mi salud física, que me escucha y tiene en cuenta mis decisiones. Pero esto no debería ser así, no tendría que depender de la suerte. Alguien (profesional) tendría que velar para que todos los padres y madres tuviéramos el apoyo necesario en nuestro duelo, en todos los aspectos.

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