dilluns, 25 de febrer del 2013

Me gusta hablar de mis hijas (I)

Algo ha cambiado... No sé si en mí, en los demás, en ambos... Quizás ha sido suerte...

El otro día hablábamos con la terapeuta de que una de las partes más bonitas de reunirme virtual o físicamente con otras mamás de bebés del agua es la sensación de normalidad que se respira. Es lo más difícil de encontrar "fuera". Quizás es cierto que la única manera de darle normalidad es que las madres y padres que hemos pasado por ello, empecemos a no esconder, a hablar de nuestros hij@s como parte de nuestra vida. 

Todo esto es muy difícil en pleno duelo. Imagino que era una manera de protegerme frente a posibles comentarios inoportunos e hirientes. Me sentía tan vulnerable... A veces ni siquiera era capaz de entenderme a mí misma, como para hacer entender a los demás... Es muy difícil poner palabras a tal cantidad de sentimientos.

Pero quizás la idea no es que ellos entiendan, sino que yo pueda expresar libremente. No queda más remedio que respetar que hay personas que piensan de manera diferente.

Pero el tiempo pasa, el duelo avanza y algo cambia.

Me hace gracia como algunas personas de mi alrededor han empezado a mostrar interés por nuestra historia. Puede que al verme más fuerte, no les de tanto reparo preguntar. Aún así lo siguen haciendo con mucho cuidado: "Si no te importa contarlo...", "no respondas si no te apetece...". Lo agradezco, pero me resulta gracioso. Como yo les digo: "¿A ti no te gusta hablar de tus hij@s? A mí también". Y me quedo tan ancha, riendo por lo bajo, con alguna de las caras que ponen.

Y es que es así, me encanta hablar de mis hijas. Simplemente, fueron y son lo mejor de mi vida. Sí, es una lástima no poder disfrutarlas pero, ¿y todo el tiempo en que pude tenerlas conmigo? ¿Y todo lo que recibo de ellas cada día a pesar de su ausencia física? Eso bien merece la pena contarlo.

2 comentaris:

  1. pues no lo había visto yo así!
    ¡Tienes toda la razón!

    Un abrazo

    CLC

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  2. Bueno... No siempre lo vemos así, ni tú, ni yo, ni nadie... Hay momentos en los que el dolor no deja ver más allá. Y esos momentos son muy necesarios.

    Pero el duelo avanza y, como dijo su papá una vez, durante 20 semanas nos hicieron muy felices. Con el tiempo, esa felicidad y todo lo que ha venido después, es lo que realmente vale la pena.

    Otro abrazo para ti

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