divendres, 14 de desembre del 2012

Acompañar en el duelo

Aunque he ido hablando de ello en diferentes escritos, pensaba que estaría bien recogerlo en uno sólo. Para una madre que ha perdido a su bebé es muy importante sentirse comprendida por los que tiene más cerca, aunque no todos quieran entender…

He escogido fragmentos de libros de una carta que Ana, mamá de Alejandro, escribió para sus familiares y amigos (gracias, Ana). No sé si de esta manera será más fácil darse cuenta de que no soy un bicho raro y de que mi comportamiento en estos meses es “normal”. Simplemente, soy una mujer-madre en duelo por sus bebés que se fueron antes de tiempo.

Así, si quieres ayudarme:

Valida mi pérdida. Sé que eran muy pequeñas, que socialmente sólo se consideran fetos, que no pasaron de la vida intrauterina. Pero eran mis hijas mientras estaban en mi vientre y lo siguen siendo. SIEMPRE voy a ser la mamá de Júlia y Aina.

“La mujer se siente madre desde el momento en que se siente embarazada, afirma Cristina Silvente (psicóloga especialista en temas de embarazo) hablando del vínculo. Los estudios más recientes sobre la cuestión vienen a dar explicación científica a algo que ya notaron o intuyeron muchas mujeres embarazadas.(…) Parece ser que estas células fetales pueden permanecer en el cuerpo de la madre hasta más de 20 años después del embarazo. Las criaturas que viven en nuestro interior dejan huella. Las madres de los bebés no nacidos lo sabían, pero ahora lo explica la ciencia.” (I)

No la compares con otras pérdidas. El dolor no se puede medir. Mi dolor es mío, es el que yo siento. Yo no lo comparo con la pérdida de un hijo en vida, ni con ningún otro tipo de pérdida. No lo hagas tú.

“La pena es como la huella dactilar: reconocible para todo el mundo y, sin embargo, no hay dos huellas iguales. Esto es lo que vive un padre cuando su hijo muere, diferente a cuando un hombre se convierte en viudo. (…) 
El duelo toca todas las dimensiones y niveles de la vida de alguien, es más que tristeza y depresión. Es una escala de sentimientos, desde angustia y agresividad, hasta culpabilidad, confusión… Pero no sólo sentimientos, también llega a cada apartado de la vida: situación laboral, relaciones con otros e incluso la imagen de uno mismo. Pero la dificultad no es sólo las emociones, sino que lo inhabitual es la intensidad de éstas. (II)

No me juzgues. No pienses en qué harías tú si te encontraras en mi lugar. Uno nunca sabe cómo se comportará ante una situación hasta que tiene que enfrentarse a ella. Así que piénsalo dos veces antes de darme un consejo, antes de criticarme. Si no sabes qué decir, mantente en silencio. No pretendas distraerme u obviar el tema para no hacerme pensar en ello. Callarlo no va hacer que el dolor desaparezca. Si no puedo exteriorizarlo, ¿cómo voy a estar mejor? No te preocupes, el recuerdo de mis hijas no es desagradable para mí, al contrario. No intentes hacerme olvidar, no es posible. 

“Mucha gente no sabe qué es el duelo. Después de algunos días de la pérdida no vuelve nadie de alrededor. La gente piensa que el suceso ha pasado y olvidado. Pero para los padres la pena es para siempre. (…)” 
“Consolar no es conocer la respuesta. Tampoco dar todo tipo de consejos bien intencionados que pueden agotar a los padres. Mucho menos, desplazar la rabia y recetar cómo se tienen que sentir. (después de X tiempo = X sentimientos)
Consolar es escuchar con atención de tal manera que la pena en palabras y lágrimas puedan salir hacia fuera.
Consolar es saber callar y con una mirada, una caricia hacer sentir señales de esperanza, seguridad y confianza. Es compartir la pena más que quitarla (la pena nada la quita).
Consolar es atreverse a sentir la pena. Consolar es ayudar a los padres a vivir con las preguntas de las que no hay respuestas. Consolar es más bien escuchar cómo se siente, en lugar de decir a los padres cómo tienen que sentirse, ayudar a dar la oportunidad a los padres para expresarse. “(III)

“Cuando mi hijo falleció, muchos de mis amigos no me entendían. Era como si esperaran que ya estuviera bien una semana después del funeral. Después de un tiempo comprendí que necesitaban que yo estuviera ‘bien’ porque no sabían relacionarse conmigo si no lo estaba.”(I)

Sé paciente conmigo. Soy consciente de que mi humor cambia constantemente, de que muchas veces no me reconoces. Tengo la sensibilidad a flor de piel y puedo reaccionar de manera inesperada. Ten en cuenta que el que habla es mi dolor. No pretendo ofenderte.

“Un terremoto emocional: Quedas sepultado debajo de los trozos rotos, te sientes apartado del mundo, todo hace daño, y cuesta un gran trabajo sacar un poco la cabeza de los escombros. Gradualmente tienes que levantarte del caos. Te miras al espejo y no te reconoces más. (…)
Es normal sentirse aturdido, como anestesiado y no poder darse cuenta de la realidad. A veces puedes tener miedo de no salir hacia afuera nunca más. Todos los sentimientos son normales, también el sentimiento de no sentir más. La persona no elige estos sentimientos en el proceso de duelo. Aparecen sin más. Asimilar el luto y la pena significa: asimilar los sentimientos como una parte del proceso de subir hacia arriba. Y esto lleva tiempo.” (II)

Confía en mí y dame tiempo. Sé lo que tengo que hacer, sé lo que necesito y lo estoy haciendo. A mi manera. No te fijes en lo que me queda por recorrer, sino en todo lo que he avanzado. No, no es más fácil mirar hacia otro lado, hacer como si nada hubiera pasado. Porque sí ha ocurrido: he estado embarazada dos veces y no tengo a ninguna de mis hijas conmigo. No, no me estoy anclando en el pasado, estoy avanzando ¡y mucho! Ojalá fueras capaz de verlo...

“En el proceso de duelo la persona lo asimila a través de revivir los recuerdos. El recuerdo de un embarazo no es lo mismo, la persona tiene que guardar luto de alguien que apenas ha conocido. Y esto, dificulta asimilarlo.“ (IV)

“El proceso de asimilar la pérdida de un hijo es, sobre todo, difícil porque tienes que despedirte de tus expectativas, tus ilusiones y planes (tu futuro). Para nuestro alrededor apenas existió este niño. De aquí que la pérdida de un bebé en el vientre materno raras veces sea considerada como una pérdida. Pero para los padres, se trataba de algo sólido, algo que existió. (…) Los padres se sienten por esta incomprensión especialmente solos. Junto a la pena y shock por la pérdida, tienen que sentir el silencio, la evitación y la huida de la gente de su alrededor. Reciben la sensación que pueden estar muy poco tiempo tristes. El acontecimiento es silenciado como una tumba o tratado ligeramente, se oye con frecuencia la reacción ‘eres joven, tendrás más hijos’. Pero este hijo es para los padres único. “ (III)

“Cosas que deberíamos evitar:
1. Intentar que no exprese su dolor o acallarle con frases ‘no llores más, tienes que ser fuerte, tendrás otros hijos…’
2. Decir que sabe lo que siente: aunque haya pasado por lo mismo, no puede saberlo.
3. Minimizar su dolor: ‘tranquila el tiempo lo cura todo, aún no estaba formado… Cada hijo es único aunque tengas una docena, estén formados o no, y el amor y dolor por ellos no se puede medir por eso. A mi padre, una vez que estábamos todos los hermanos juntos, le preguntaron Tiene usted familia numerosa? , y mi padre contestó: ‘No!, tengo cuatro hijos únicos’. Cada uno de nosotros era importante por sí mismo a los ojos de mi padre.
4. Explicar a la persona que ha sufrido la pérdida lo que tiene que hacer. La persona en duelo sabe lo que necesita y ya lo hará, si le dejamos.
5. Desaparecer.
6. Delegar en otros la ayuda. Una cosa es sugerir que se implique más gente y otra que usted se escape. Todos somos importantes.
7. Aislar a la persona de su familia. (…) ‘No te invitamos a la fiesta porque pensamos que no ibas a venir’. El doliente ya nos informará sobre si quiere venir o no. Lo mejor es decirle ‘Vamos a hacer una fiesta y estáis invitados; nos gustaría mucho que asistierais, pero podemos entender que no os apetezca. La decisión es vuestra’.
8. Esperar que el doliente rehaga su vida cuando usted decida que ya ha pasado un tiempo prudencial. El tiempo en cada uno es diferente.
9. Aguardar que los padres en duelo den el primer paso. ‘Cuando me necesitéis me llamáis’ (…). Mejor dé el primer paso: llámeles y ofrézcase para algo concreto.”
“Nos duele el dolor de los otros y por eso intentamos que no lo expresen, pero ocultándolo no vamos a hacer que esa persona tenga menos dolor.”(I)

Sé que si alguna vez te has comportado así no lo has hecho con mala intención. Sé que sólo pretendes ayudarme y que no sabes muy bien cómo hacerlo. 

Espero haberte ayudado.

(I) CLARAMUNT M.A.; ÁLVAREZ M.; JOVÉ, R. Y SANTOS,E. La cuna vacía
(II) KEIRSE, M. Huella dactilar de la pena
(III) SPITZ, B; KEIRSE, M; VANDERMEULEN, A. Si pierdes un embarazo
(IV) KEIRSE, M. Ayudar en la pérdida y pena

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