diumenge, 3 de novembre del 2013

El mar, de nuevo

El mar, nuestro mar...

Aprovechando este fin de semana largo hemos pasado unos días allí. Vuelvo con las pilas cargadas, como siempre. Al final acabamos igual: preguntándonos porqué no vamos todos los fines de semana... 

Pasear, comer, dormir... los pequeños placeres de la vida. El sol, el mar, la brisa, las olas, la arena... ¡endorfinas a tope!

La abuela no se ha olvidado de sus pequeñas. En el día de Todos los Santos les compró sus flores y los papis nos encargamos de llevárselas. De cada vez me alegro más de haber elegido ese lugar para despedirlas, para hacer sus rituales. La pena, la tristeza, la nostalgia... se hace algo más pequeñas rodeada de tanta belleza. Ese tenía que ser su sitio. Estoy convencida.

Me encanta ir acompañada del papá, ver a nuestros perros corriendo por la arena, rebozándose en las algas, metiéndose en el agua para intentar recuperar las flores que lanzamos... ¡Al final siempre me hacen reír! Y lo agradezco. Nos siento "familia", feliz familia. No siempre es fácil, pero allí sí lo es.

Me olvidé de hacerles las fotos a las flores en su mar, pero sí tengo la del ramo que compró la abuela. Esta vez corté los tallos y las convertí en flores flotantes. Quedaban muy bonitas con el mar en calma. No pasa nada, habrá más ocasiones. Está claro que volveremos.

Hasta pronto, mi mar. 


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